Connect with us

Hi, what are you looking for?

CUESTA ABAJOCUESTA ABAJO

EL TOUR 2021

Un muerto muy vivo

TOUR DE FRANCIA / SEXTA ETAPA

 TOURS / CHÂTEAUROUX (160,6 Kms.)                                                
 GANADOR: MARK CAVENDISH  LÍDER: MATHIEU VAN DER POEL                                


Las etapas llanas son propicias a la siesta, a despertarte en el sofá y darte cuenta de que se te está cayendo la baba por la comisura de los labios. También en las salas de prensa pasan cosas así, no se crean. Los periodistas también se quedan dormidos. No toda la etapa, claro, pero sí algunos minutitos. Si tienes compañeros cabrones, sabes que te expones a que te hagan una foto y que la envíen por whatsapp a los demás, para recochineo general, pero que levante la mano el que no se ha quedado traspuesto sobre el ordenador, o quien no ha tenido que ir al stand del patrocinador de turno que pone un café bastante cargado para que no pase eso, o que meta la cabeza en la nevera de Vittel, el agua que se reparte en el Tour, para buscar un poco de fresquito que te espabile.

Como ya ha prescrito, contaré que una vez en la Vuelta a España, me quedé dormido en una etapa llana, larguísima,  que ganó un escapado de largo aliento. No voy a decir ni el lugar, ni el ganador para no dar pistas. Sucedió que después de ver el libro de ruta y llegar muy pronto a la meta, me percaté de que el hotel en el que me alojaba esa noche estaba a sólo 500 metros de la sala de prensa, así que tomé la decisión de acercarme con el coche, descargar la maleta y luego, volver andando para trabajar. Llegué al hotel, aparqué muy cerca y fui a registrarme. Ahí llegó la perdición. Era un hotel muy moderno, minimalista, recién estrenado. Cuando después de que me dieran la llave me disponía a subir a la habitación, llegaron las palabras que lo cambiaron todo: «Señor, que sepa que tiene a su disposición el Spa de forma gratuita». La tentación fue máxima. El diablillo del hombro izquierdo fue mucho más convincente que el ángel del hombro derecho. Será porque soy zurdo. Me dije: «Qué mal hago. Me doy un bañito, me visto y vuelvo a la sala de prensa, que hay mucho tiempo». Pero ya el cerebro se iba modificando en su estructura.

Me puse el traje de baño, cogí una toalla de la habitación y subí a la última planta. Me bañé en la piscina, me di un largo chapuzón en el jacuzzi –todo esto en solitario, no había nadie, después entré en la sauna y me pegué un baño de vapor. No sé si por este orden, pero casi. Bajé a la habitación completamente relajado. El ángel del hombro derecho, muy pesado, me obligó a llamar al periódico.

– ¿Cuánto espacio tengo hoy?, ¿vamos a meter algún reportaje?
– Olvídate. No hay nada de espacio, es una etapa sin interés, salvo que pase algo gordo. La crónica a una columna y punto.

Como eran tiempos en los que internet estaba en pañales, el periódico de papel era el único soporte informativo. Entonces mi cerebro empezó a pensar, y decidí quedarme en el hotel a escribir la crónica desde la habitación. No era algo inusual. Muchas veces hay que hacerlo porque la meta queda muy a desmano, sabes que las carreteras están saturadas, o tienes que entrevistar a algún corredor que está en un hotel cercano y ni por asomo llegas a tiempo si cuando él se va de la meta a su alojamiento, tu, que no gozas de los privilegios de los equipos, te quedas metido en el atasco de salida a 90 kilómetros de esa ciudad y además debes hacer tu trabajo después de la etapa.

El único interés de la etapa era saber si  lo de Mark Cavendish era cosa de un día

Me quedé en el hotel, pero, claro, después del Spa me había entrado el apetito. Bajé a la calle y me senté en la terraza de una pizzeria: primer plato, segundo plato y helado de postre, y una cervecita grande bien fría, y un chupito de obsequio del amable restaurador. Y luego a la habitación, a ver la etapa. El error fue tumbarme en la cama mientras veía las imágenes. Iba un ciclista escapado, sesteaba el pelotón, quedaban 60 kilómetros. Se me cerraban los ojos. Yo no quería. Fue un momento. O no tanto, porque cuando los volví a abrir, el escapado estaba erguido sobre su bicicleta, con la mano derecha se subía la cremallera del maillot y, seguidamente, levantaba los brazos como ganador de la etapa, a sólo 500 metros de mi habitación. La crónica de una columna me quedó estupenda.

El Tour retira la denuncia

La organización del Tour de Francia anunció que retirará la denuncia contra la mujer que fue detenida en la comisaría de Landernau, y que se presentó voluntariamente en la comisaría de policía. «Esto estaba tomando proporciones muy grandes. Queremos apaciguar las cosas y sobre todo que el mensaje cale entre el público. Se trata de recordar las medidas de precaución en la ruta del Tour. Es necesario que todos se tranquilicen», aseguró el director del Tour, Christian Prudhomme.

La etapa que llegaba a Chateauroux era de ese tipo, con dos escapados de largo aliento, cazados por el pelotón a dos kilómetros de la llegada, porque cada vez hilan más fino, y con mucho tiempo para quedarse dormido. Buen tiempo, carreteras anchas, el pelotón bien dirigido por los capitanes de ruta, y poco más. No hubo caídas, ni momentos de peligro, ni intentos de nada. Antes de que comenzara se hablaba del viento que podía soplar y que podría haber puesto la carrera patas arriba por los abanicos, pero apenas sopló, calma chicha. Así que el único interés residía en saber si lo de Cavendish de hace dos días había sido una casualidad o estaba dispuesto a intentar batir el récord de etapas ganadas por Eddy Merckx, que le llevaba cuatro  al comienzo del Tour y cuya ventaja se redujo a tres después de la sorprendente resurrección del martes.

Y habrá que reconocer que los dos últimos kilómetros de la etapa fueron muy interesantes, y muy intensos, de los que rentabilizan la siesta de los minutos previos. Se puso el equipo de Cavendish al lado izquierdo, tirando de su llegador; se colocó el Alpecin del líder, a la derecha, arrastrando al suyo, y el sprint, un espectáculo corto e intenso, se hizo bello con el despliegue de todos sus actores. Con el jersey verde sobre sus hombros, Cavendish volvió a imponer la fuerza de sus pedaladas, y ya no se puede decir que sea una sorpresa. A sus 36 años está en su segunda o tercera joventud. Ganó en la ciudad en la que consiguió su primera victoria en el Tour, el 9 de julio de 2008, y se acordaba incluso de que entonces no fue en la misma calle, sino dos más allá, y que aquel día los últimos metros eran en subida, memoria fotográfica de un  esprinter que ve a cámara lenta lo que los demás vemos a toda velocidad. Está claro que este muerto está muy vivo. Ya sólo está a dos de igualar al Caníbal.

Advertisement

También le puede interesar

GIRO 2022

El sevillano Juanpe López se viste de rosa el día en el que Supermán López se retira sin llegar a las montañas

GIRO 2022

Mark Cavendish vuelve a ganar una etapa del Giro después de nueve años con una fortaleza descomunal

GIRO 2022

Van del Poel resiste con la maglia rosa en una etapa que gana Simon Yates

GIRO 2022

Vence en la primera etapa, con final en un repecho, en la que Pello Bilbao acaba tercero

EL TOUR 2016

DECIMOCTAVA ETAPA / SALLANCHES - MEGÈVE / 17 KMS. (CRI)

EL TOUR 2016

DECIMOSÉPTIMA ETAPA / BERNA - FINHAUT-EMOSSON / 184,5 KMS.