JON RIVAS | Enviado especial
MESSINA (ITALIA).- Hay días en que uno no está para nadie. Pregúntenle a Cipollini. Quería cruzar el estrecho de Messina vestido de rosa, pero tuvo que ceder el honor a Blijlevens. Además pasó en el transbordador a la península Itálica con el trasero amoratado.
Se le tuercen las cosas a uno y no hay manera de arreglar el asunto. Tal vez Mario se levantó ayer con el pie izquierdo. Es posible que tan sólo fuera que iba pensando en Babia, o en Messina. Ya llevaba el casco puesto para la llegada y la mirada al frente. Y cuando se mira al frente a veces no se ve lo que pasa a los lados.
Fue una caída tonta. Uno que hace el afilador -tal vez el propio Cipollini- y allá que se va una docena al suelo. Una broma pesada. No estaba para nadie Cipollini en la llegada. Sus compañeros, algunos doloridos también, le hicieron el habitual pasillo de honor hacia la meta. Pero el Rey León declinó la invitación y Blijlevens dijo sí y es el nuevo líder.
En realidad, casi nadie estaba para nadie ayer. Todos pensaban en el paso del estrecho. Todos tenían un poco de miedo a la última etapa en Sicilia, por lo demás, sencilla en su trazado. Tal vez es que a lo que tienen miedo es al Giro, a su terrorífico perfil en la última semana. Así que nadie se mueve.
Parece que los corredores actúan bajo un férreo control impuesto por no se sabe quien. Con eso de que el Premio Disciplina del Giro lo patrocina la Armada italiana, los ciclistas gritan eso de «¡señor, sí, señor!» y obedecen, aunque el comandante no aparece por ningún sitio.
Resulta extraño. En cualquier carrera que se precie, los ciclistas tienen una referencia. Se supone que en el Giro tendría que ser Pantani. Pero todavía no es su terreno y no aparece, salvo en la prensa.
Y ayer tampoco estaba para nadie, porque su último salto a la palestra expele un tufo desagradable. El director deportivo del Amore e Vita, fustigador de herejes, látigo de presuntos drogadictos, lanzó una grave acusación en un programa radiofónico. Según Ivano Fanini, en el pasado Giro hubo un cambio de resultados en los análisis de sangre de Pantani y Forconi. Este último sobrepasó el límite de glóbulos rojos y tuvo que dejar la carrera. La Asociación de Corredores Italianos saltó al cuello de Fanini. Pantani no ha dicho nada, porque no está para nadie.
Los españoles tampoco están para nadie. Salvo Edo el primer día y Martín Perdiguero ayer, saben que su hora aún no ha llegado. Eso sí, todos están bien colocados de momento. ¿Estará Jalabert hoy para alguien? Porque la etapa acaba en Terme Lugiani, tras 800 metros de ascensión ideales para el francés.
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