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GIRO 1999

Las campanas tocaron por Pantani

DECIMOQUINTA ETAPA Racconigi-Oropa / 143 Km.

Marco Pantani, vestido de rosa, remonta para ganar en Oropa.

JON RIVAS | Oropa/Enviado especial

Las campanas del Santuario de Oropa tañeron por Pantani. Tocaron a gloria por el campeón. Los miles de aficionados que subieron hasta las alturas del monte sagrado aclamaron al héroe. Se volvieron locos con otra exhibición de un monstruo de las subidas. Otro ejercicio de amor propio, de clase a raudales. De ambición sin límite.

A todos ellos les dio un vuelco el corazón cuando la megafonía anunció que Pantani estaba en la cuneta arreglando una avería. Se le había salido la cadena. A ocho kilómetros de la meta, el Pirata perdía contacto con los favoritos en plena ascensión.

Con el alma en vilo siguieron las informaciones de Radio corsa. Era el mundo al revés. El pelotón delante y Pantani detrás en una subida. Los despistados se hacían cruces al ver pasar a su ídolo, acompañado por la guardia pretoriana del Mercatone. No podía ser. Delante, claro, cundió cierto desconcierto cuando vieron que el líder se abría a la derecha y paraba en la cuneta. Cuando falta el que manda siempre se produce un momentáneo desajuste en la cadena.

Pero pronto cambió la situación. Los segundos tomaron la iniciativa. Roberto Heras fue el primero en avisar. Se marchó. En el pelotón, destrozado, Jalabert y Gotti marcaban el ritmo. Jiménez se quedaba y nunca más se supo. Otra vez. Clavero no, seguía a los de delante. Como Savoldelli.

El ciclón venía por detrás. Pantani destrozó a sus compañeros en el afán por llegar arriba: «Estaba un poco desmoralizado porque la avería me dejó detrás, pero cuando empecé a sobrepasar gente volví a confiar». Piernas privilegiadas, corazón de superatleta y cerebro de campeón.

El esfuerzo fue máximo, porque Jalabert se marchó con Gotti, para alcanzar a Heras y dejarle atrás. Pero Pantani ya estaba a la vista. El milagro. En la meta, el anuncio fue acogido con un clamor estruendoso. Clavero (otra actuación notable) se pegó a su rueda mientras Jalabert descolgaba a Gotti, una rémora en el camino hacia la meta. El Pirata dejó a todos tirados. Se acercó a Jaja y le adelantó. El francés aún no sabe si por la derecha o por la izquierda. Era una bala. «Si no me aparto, me pisa». La meta le esperaba. Esta vez ni siquiera levantó los brazos. Los tifosi lo hacían por él. Y gritaban y saltaban. Las campanas ya tocaban a gloria. En honor de un campeón de verdad.

Radiografia de un fracaso

Un ataque a 50 kilómetros de la meta, a más de 10 de la cima de una montaña durísima suele ser un suicidio para quien trata de obtener una buena clasificación general. A veces cuela para uno del montón. Aquel que desea ganar la etapa y poco más. Sabe que si se sacrifica hasta el límite de sus fuerzas puede llegar. Cuando resiste el dolor más que nadie, que decía Indurain. Si no, revienta. Pero no pasa nada. Otra etapa será, o en otra carrera. No se le hunde el mundo a un aventurero por perder una minutada en el intento. Lo malo es que José María Jiménez quería ser un ilustre en el Giro, pero actuó como un maletilla. Le faltó, sobre todo, visión de la jugada. Ayer reconocía que Pantani está un par de puntos por delante de los demás. Entonces: ¿por qué ese ataque en Fauniera?: «Iba al 100%. Tenía mucha confianza. Si soy el Chava y estoy aquí es por esa actitud». Pero a veces hay que cambiar de actitud y permanecer sereno. «En esos instantes no se le puede dirigir desde el coche. En un momento dado no supo estar en su sitio», dice Echavarri. «Veía a la gente sufrir y yo estaba tan obsesionado y con tantas ganas que no me di cuenta de que estaba fraguando mi fracaso», confiesa Jiménez. No se dio ni un minuto de reflexión para pensar en todas las etapas que todavía quedaban, en la durísima ascensión que esperaba aún. Y es que, con un poco de astucia las cosas pueden ir mejor: «Esperé 20 segundos y no pude quedarme más». Luego, «me cebé en la rueda de Pantani y me hundí». Echavarri dixit: «Si es un tema de comer mal, de una pájara, no pasa nada. Si es un asunto de cabeza no sé que arreglo puede tener». Lo cierto es que Jiménez fracasó en toda la regla en Fauniera: «Sí, y ahora empieza otro Giro para mí».

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