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CUESTA ABAJOCUESTA ABAJO

GIRO 1999

Siempre nos quedará Clavero

DECIMOCUARTA ETAPA. Bra Borgo San Dalmazzo / 187 Km.

Marco Pantani durante la ascensión a La Fauniera, en el Giro.

JON RIVAS | Enviado especial

BORGO SAN DALMAZZO.- Siempre nos quedará Clavero. Ahí está. Sin declaraciones altisonantes. Sin bravuconadas. Nadie, ni él mismo, se ha planteado un duelo con Pantani, como otros. El corredor invisible se está haciendo grande a base de transpiración. No cree en la inspiración del momento, sino en el sudor de la jornada completa. No arranca en fuegos de artificio, sino que quema su pólvora durante toda la etapa.

«Ha sido un día más de los que todavía quedan». Tacita a tacita, el madrileño dio sensación de seguridad en sí mismo, de poder estar en el podio del Parco Sempione de Milán. Viajaba en los últimos kilómetros junto al inalcanzable Pantani y con Gotti, y el trío olía a champaña de triunfadores, aunque el héroe de ayer, Paolo Savoldelli, esté todavía por medio gracias a su temeridad en el descenso del peligrosísimo puerto de Fauniera.

El ciclista invisible tiene casta. Lo demuestra en cada jornada. Y además comienza a materializarse. Cada día se le ve más. Ya no es transparente para los realizadores de televisión. Ni para Pantani, que reconoce su trabajo y le considera ya entre los peligrosos. Se unió a los grandes en el descenso de Fauniera. «Subí a mi ritmo. Sabía que la bajada era peligrosa y esperé». Luego, en Madonna del Colleto hizo un subidón: «A Pantani y Gotti no les importaba tanto el que iba delante y tiré yo del grupo». El Pirata lo ratificó: «Especialmente trabajó Clavero».

Fue una jornada para ciclistas de verdad. Para Pantani, claro, que estaba en su salsa, sobre todo en la ascensión a la Fauniera. Pero también para Gotti, Clavero y hasta para el destronado Jalabert, que supo lo que hacía en cada instante de la etapa. Jaja leyó el recorrido con inteligencia. Ya ha hecho en el Giro casi todo lo que tenía que hacer, así que se inclinó por tener paciencia.

Cuando arrancó Jiménez y le siguieron Pantani y Gotti, no movió un músculo. Supo contener ese espíritu rebelde que anida en él y aguantó mecha. Perdía tiempo, cada vez más, pero siguió a su ritmo. En los dos puertos de primera supo ceder para luego tirar de la cuerda. Cuando llegó a la meta, ya sin la maglia de líder, como es lógico, perdía menos de dos minutos con Pantani.

Jiménez perdió más. Banesto dio una imagen patética. Los seis supervivientes del equipo llegaron juntos a más de 20 minutos del ganador. Ayer, al Curro Romero de El Barraco le tocó salir de la plaza entre almohadillazos: «Cuando reviento lo hago de verdad», fue su justificación. A la primera de verdad se ha quedado en la cuneta. Ahora, dice, irá «a ganar etapas». Veremos. Menos mal que siempre nos quedará Clavero.

"Me la jugué y he reventado"

BORGO SAN DALMAZZO.- Jiménez llegó a la meta de Borgo con más de 20 minutos de desventaja con respecto a Salvodelli, pero no se le veía apesadumbrado. Al contrario, el corredor abulense aún se plantea retos en el Giro: «Ahora que en la General no puedo hacer nada, voy a intentar recuperarme para ganar etapas». Genio y figura. El ciclista del Banesto explicó: «Me la he jugado porque yo vine aquí con la intención de hacer podio. Para eso hay que ser valiente. He reventado en el intento, pero al menos lo he intentado». Jiménez afirmó sobre el ascenso: «En la subida me encontraba muy fuerte, por eso he atacado. Luego, tal vez me he cebado demasiado en la rueda de Pantani». No fue lo peor, y explicó: «A tres kilómetros de la cima del primer puerto he cogido un pajarón. No podía. Yo cuando reviento lo hago de verdad». Para Jiménez se acabaron las aspiraciones de hacer un buen puesto en Milán, pero Clavero cada día lo tiene mejor: «Lo que hay que hacer es ir aguantando cada jornada. Todavía hay muchas». Su táctica consistió en estar tranquilo: «Era un día para controlar mucho las fuerzas. He preferido quedarme un poco más atrás. Quedaba mucha carrera y sabía que el descenso es muy peligroso y que luego había espacio para atrapar a los de delante, así que he corrido a mi ritmo. Luego, en el segundo puerto con Pantani y Gotti me encontraba bien y a ellos no les preocupaba tanto lo que pasaba delante». Marco Pantani.- «Hoy he visto a Clavero muy fuerte. Es uno de los adversarios que me preocupa», confesó el nuevo líder del Giro.

Donde Indurain fue humano

BORGO SAN DALMAZZO.- Una de las diferencias más cortas que consiguió Miguel Indurain en sus grandes victorias tiene al Santuario de Oropa como responsable. En el lugar donde hoy acaba la etapa que comienza en Racconiggi (143 kilómetros), se observó por primera vez al Indurain humano. Hasta ese momento había sido un ángel sobre la bicicleta, un semidios, pero el triple ataque del letón Piotre Ugrumov le descolocó. Aquel día, Moreno Argentin se exhibió en Oropa. Subió como una moto, con el plato grande. Detrás iban Miguel y Ugrumov. Un ataque, otro, el definitivo. Indurain que se queda, alarma. Echavarri observó la crispación en el rostro del líder del Giro. Hizo lo que nunca. Malaparcó el coche, se saltó la bandera roja de los jueces y tiró de cronómetro. «¡Tranquilo, Miguel! Sólo nos lleva 25 segundos», gritó. El polen de los árboles que rodean el santuario casi ahoga a Indurain, que llegó a la meta e hizo algo impensable. Recostó la cabeza sobre el manillar: «Hemos podido aguantar el ataque», dijo después en su habitual plural mayestático. Fue la primera crisis del campeón. Hoy, la meta vuelve a estar allí. Otra vez tendrán los ciclistas que ascender los 13 kilómetros de carretera hasta el santuario y soportar rampas de hasta el 11%. De nuevo Pantani podrá exhibirse, aunque tal vez deje que los mortales recojan las migajas y prefiera no ensañarse. Clavero, el mejor español, tendrá que tener cuidado para no perder segundos preciosos. Es posible que tenga que actuar como no hizo Indurain aquella vez, es decir, con serenidad. Sin cebarse en la rueda de nadie.

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