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CUESTA ABAJOCUESTA ABAJO

EL TOUR 2016

El calvario de nunca acabar

SEGUNDA ETAPA / SAINT LÔ – CHERBURGO / 183 KMS.

Contador llega a la meta después de una nueva caída.

JON RIVAS / Enviado especial / Coutances

El Tour pasa por Coutances y ningún ciclista recuerda –cómo va a hacerlo– que allí mismo nació, hace 92 años, una de las expresiones más célebres en la historia del ciclismo; que desde que la escribió Albert Londres en Le Petit Parisien, se utiliza hasta convertirla en tópico para referirse a los corredores: «Los forzados de la carretera». Posiblemente Alberto Contador tampoco sabía esto.

Allí, en Coutances, en el Café de la Estación, el reportero entrevistó a los hermanos Pelissier, figuras del ciclismo francés, que habían decidido retirarse de la carrera. Por culpa del patrón, Henry Desgrange, que establecía unas normas rígidas que ellos no querían cumplir. En la segunda etapa de aquel remoto 1924, Henry, el mayor, salió con dos maillots de madrugada, pero cuando apareció el sol y apretó el calor, se quitó uno de ellos y fue penalizado por ello.

Aquello fue demasiado para los Pelissier, que se habían enganchado al ciclismo para evitar la tiranía de su padre en la Vaquería de la Esperanza y no estaban dispuestos a que el editor de un periódico les dictara también normas absurdas. ¿Una rabieta?, preguntaba el periodista. «No, que no somos perros», contestaba Henry. «No tenéis ni idea de lo que es el Tour. Es un calvario. El Vía Crucis tiene doce estaciones mientras el nuestro tiene quince». Y se tomaban un chocolate caliente en el café de Coutances, con las maletas preparadas para marcharse.

Contador, que durmió en Coutances, no tenía el cuerpo para pensar en las historias antiguas del Tour. Ni siquiera pudo dar vueltas en la cama, ese ejercicio que interpretan los insomnes de manual. Igual no estaba ni para desayunar, pero tenía que hacerlo. No hay otro remedio. Y salir a la carretera, y mirar al cielo y darse cuenta de que llovía. Tal vez maldecir por la carretera mojada, aunque sin aspavientos, por prescripción médica. Seguir pedaleando, con el malestar del costado derecho. Y del izquierdo, cuando a Tony Martin se le fueron las manos del manillar justo cuando circulaba por delante de Alberto. Le caen todas, y el madrileño esta vez se golpeó el otro lado, el que le quedaba indemne. Posiblemente empezó a pensar que ayer noche tendría que dormir como una momia, boca arriba, y con los brazos sobre el pecho, y también que se le iban a hacer muy duros los últimos kilómetros de la etapa, en Cherburgo, con una rampa de tres kilómetros que no le venía nada bien a la vista de su estado físico.

Y efectivamente, tal como estaban las cosas, aquel no era el mejor final para su desgracia, y fue su propio compañero Peter Sagan el que le puso la soga al cuello, pero no se puede considerar una traición, ni mucho menos, porque si no llega a ser él, hubiera llegado otro y, al menos, ahora el ciclista eslovaco luce el jersey amarillo, que se les quedó cerca al francés Alaphillippe y a Alejandro Valverde, que hizo tercero, pero no pudo con la potencia del campeón del mundo. Alberto Contador llegó doliente a 47 segundos.

Sagan, por cierto, pensaba que llegaba tercero, que otros dos ciclistas ya habían atravesado la línea de meta. Por una vez, no le importó estar equivocado.

A cuatro kilómetros de Coutances, Alberto Contador volvió a sufrir otro calvario, como el de Henry y Francis Pelissier. Salió de Saint-Lô con el cuerpo dolorido por el golpe contra un bordillo, magullado el costado derecho por las abrasiones que le produjo el asfalto. No tenía buena cara ni escondía su disgusto. «He pasado mala noche», decía. Y todo fue a peor. «Esta vez ha sido en el costado izquierdo», decía al llegar a la meta. «He perdido tiempo que no esperaba perder y no estoy nada contento porque me encuentro físicamente muy penalizado y no podía pedalear como yo quería». Dos días, dos caídas. «No es la mejor forma de empezar el Tour». El Tinkoff durmió anoche en Coutances. En la estación ya no hay cafetería. El chocolate es de una máquina de monedas.

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