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EL TOUR 2016

Empieza la diversión

CUARTA ETAPA / SAUMUR – LIMOGES / 237,5 KMS.

Peter Sagan, líder del Tour, junto a Raymond Poulidor, en el podio de Limoges. / © BEARDY MCBEARD / ASO.

JON RIVAS / Enviado especial / Limoges

Las vacas limusinas, de piel roja, porte saleroso y carne jugosa, son el orgullo de la región, pero se las comen –saignant o à point–, en los restaurantes, sobre vajilla de Limoges, la ciudad que queda lejos de cualquier sitio, que dicen los de fuera.

Del norte al centro, las vacas antes de pie ahora están tumbadas. Decía el recordado José Manuel Gozalo, alias Kubalita, que lo sabía porque era cántabro, que eso significaba que no iba a llover. Es verdad, ya no llueve, y hace calor en el centro del hexágono francés. Todavía no es la canícula que abrasa los campos de cebada, pero sí un sucedáneo decente.

Limoges es el final de nada y el principio de todo, porque tras ser el final de la etapa más larga del Tour se ha convertido en la puerta de entrada al Macizo Central, y las montañas pueden empezar a decidir si, por ejemplo, Contador está en condiciones. De Limoges a Le Lioran podrán sacarse algunas conclusiones. Por ahora está en la encrucijada.

En teoría, la melena al viento de Peter Sagan, escondida en carrera bajo el casco reglamentario , perderá protagonismo. El eslovaco causa furor en la carretera, en las salas de prensa y hasta en youtube con sus parodias sobre Forrest Gump, con su caja de bombones, o Grease, en la que borda el papel de Danny Zuko, o de John Travolta, junto a su mujer Katarina, que con peluca rubia remeda el papel que interpretó Olivia Newton John. Sagan es un genio que se aparta; llegan los mayores.

No son los Pirineos, ni los Alpes, pero nadie se fía. Nairo Quintana, que perdió tiempo en la primera jornada accidentada de 2015, tampoco. «La etapa ya es buena para nosotros, hay montaña y será la primera prueba para todos. Luego llegarán los Pirineos y espero estar en gran condición». Como Froome. «Estamos preparados», dice Mikel Nieve, su escudero. «Chris no ha tenido ningún percance. A ver si está delante».

Cada cual busca su momento, aunque a veces no lo encuentre, como Coquard, el joven llegador francés que anda ahí, rozando el poste en cada etapa. En el Tour no está Nacer Bouhanni, que se rompió la mano derecha en una pelea, la noche anterior al campeonato de Francia, cuando dormía en un Campanile y un grupo de huéspedes del hotel, que regresaba de una boda, le despertó. Se montó una bronca, que acabó en pelea y la mano rota deBohuanni, que tuvo que ser operado.

Coquard quiere su trono, pero en Limoges tuvo que ser como el local Poulidor, sólo segundo, porque Marcel Kittel, una bestia alemana, le ganó por un par de centímetros. Hombro con hombro, como Poulidor y Anquetil en el Puy de Dôme, recorrieron los últimos metros. Sólo la foto pudo determinar quién ganó.

Las salerosas vacas limusinas seguían tumbadas cuando ya caía la tarde en Limoges. No lloverá en los bosques del Macizo Central, donde entre subidas y bajas podrá hacerse la primera radiografía de una carrera apasionante.

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